miércoles, 31 de enero de 2007

Al maestro Juan Zanotto.

Hace unos días que por una u otra razón vengo pensando mucho en el maestro. Visitando uno de los tantos blogs de Niamh, encontré un video reportaje suyo. Incluso lo mencione en una entrada anterior. Así que, si no les molesta, comparto unas divagaciones al respecto.
Empezaba el año 1984 y era yo un adolescente de 17 años que temía el sorteo para la colimba y que debía buscarse un trabajo para el verano, pues como estudiaba en una escuela técnica tenía que juntar algo de plata para el año lectivo. Así que, con los clasificados del domingo bajo el brazo, inicie la recorrida por cuanta oficina y/o negocio que necesitara un cadete temporario. Demás esta decir que no conseguí nada. Cansado y sin un peso para una mísera gaseosa, aterrice en un banco de la 9 de Julio, cerca de la esquina de Av. Córdoba. Allí, frente a mí, estaba el edificio donde funcionaban las oficinas de Ediciones Récord. Entonces se me ocurrió: ¿y si me presento como guionista? Pensaba que quizás pudiera ser ayudante de Grassi o de Collins (aun no sabia su nombre real). Claro que tampoco podía presentarme así como así, totalmente descolgado.
Esa semana lo pase en casa de mi abuela, porque mi tía me necesitaba para hacer unas instalaciones eléctricas. Me acuerdo que era jueves y se me ocurrió la gran idea: tome la guía telefónica y empecé a buscar los nombres de los autores que aparecían en Skorpio. El primero que encontré fue el de Trillo. Y llamé. Siempre me quedo la duda si era o no era, porque me atendió una mujer que negó que se tratara del guionista del Loco Chávez. Seguí intentando. Persevera y triunfarás: encontré el de Zanotto.
Llamé.
Me atendió el maestro en persona. En ese momento había concluido Bárbara y creo que se estaba publicando TAGH, pero no estoy seguro. Me presente, le dije que era guionista y que quería ver si existían posibilidades de entrar a la editorial. Fue muy cordial y me citó para el miércoles siguiente (que era el día en que él concurría a las oficinas). Naturalmente, me pidió que llevara una muestra. Así que me pase todo el fin de semana escribiendo un unitario de 12 páginas. Se lo llevé.
No puedo con palabras ser fiel a la emoción de ese momento: entraba por primera vez en ese santuario que era LA EDITORIAL. Diana estaba en la recepción y tuve que esperar mientras conversaba con un guionista. Por pudor, no me anime a preguntar quien era; pero por lo que capté de la conversación, se trataba de Roger King. No pude chusmear mas porque apareció Juan. Estrechamos las manos y hablamos unos minutos ahí nomás, en la recepción. Le deje el guión y me pidió que volviera el próximo miércoles. Esa semana caminé por las paredes. Y fue en esa segunda entrevista donde tuve la primer experiencia enriquecedora de la futura profesión. Por supuesto que no hubo final feliz: el guión era bueno, era comercial, había potencial, pero la editorial tenia el staff cubierto. Igual, mirando hacia atrás, eso carecía de importancia. Zanotto se tomó el trabajo de sentarse junto a mi y mostrarme como los guionistas presentaban el guión técnico. Me dió unos cuantos consejos sobre como escribir las descripciones de cuadros. Fue una charla maravillosa. Yo no quería irme. Él tenia que seguir trabajando.
Ese guión acabo en una historieta de la publicación del Centro de Estudiantes de ese mismo 1984, publicado justo antes de terminar el ciclo lectivo y recibirme de Técnico Electricista.
Cuatro años después, si la memoria no me falla, volví a cruzarme con el maestro en un evento realizado en Parque Chacabuco organizado por el fanzine HGO (publicado por Pablo Muñoz). Allí estaba Zanotto, Alcatena, Accorsi (a quien ya conocía del Parque Rivadavia), el Niño Rodríguez y mi compadre Ariel Rodríguez (Migueres) entre otros tantos que no recuerdo o que no conocía por entonces. Con Zanotto siempre me paso algo curioso: nos cruzábamos, nos saludábamos y él me miraba como si intentara recordar de donde me conocía. Y yo que no sabia que decirle, que palabras usar para agradecerle aquella mano que me dió. Luego del evento hubo charla de café a la que Juan no asistió. Pero si asistió otro grande al que solo conocía por sus dibujos: ese día me presentaron formalmente a Quique Alcatena.





Poco tiempo después, volví a cruzarme con Zanotto en el Club del Comic ubicado por entonces en la calle Valentín Gómez. Allí le pedí un dibujo, BÁRBARA por supuesto. Y de nuevo esa mirada diciendo "a vos te conozco".





Ya a fines del '89 o comienzos del '90, por medio de Alcatena me entero que hay apertura en Récord. Me tire de cabeza y, tras algunos traspiés, metí mi primer guión (¿me creen que no recuerdo como se llamaba?): una historia de ciencia ficción donde un tipo quedaba al cuidado del saber de la humanidad en una suerte de biblioteca de Alejandría. Y seguí cruzándome con Zanotto.
Hasta que cierta vez, en uno de los Fantabaires, nos volvimos a cruzar. Él me saludo y, como para no dejar ninguna duda, me dijo algo que me mató. No recuerdo exactamente las palabras, pero fue algo así como "llegaste, ¿eh?".
Trabajando para la Eura tuve el inmenso placer de que mis guiones fueran dibujados por artistas que admiraba desde que era un sencillo lector: Ángel Fernández, Enrique Alcatena, Macagno, Szilagyi, Lucho Olivera, Lalia, Caliva... Pero me quedo la deuda pendiente de hacer algo con él. Y, casualmente, el otro día hablaba con Alfredo Scutti sobre una historia que me compraron de Italia, que seria ideal para Juan Zanotto.
En fin, uno siempre se cree joven y cree que los demás también se quedan en el tiempo. Pero hoy miro hacia atrás y de los grandes con quienes crecí ya quedan pocos. No hay editoriales que sirvan de semillero para nuevas generaciones. Las reediciones homenaje son muy pocas. Solo nos queda el grato recuerdo de las horas en que nos mantuvieron entretenidos, donde nos hicieron soñar con mundos imposibles que podían ser conquistados.
Quizás en otra vida tenga la oportunidad.
Maestro... a su salud.

¡Hasta la próxima!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen texto Gustavo. Ahora los debuts tienen bastante menos glamour: mandé un mail y me dijeron que sí. Ya tá.
Zanoto y Zoppi fueron las dos partidas que más me dolieron de las numerosas que se sucedieron en los últimos años. Porque más allá de ser grandes dibujantes, eran personas fabulosas. Fue una suerte haber podido conocerlos en persona.

Saludos!

Gustavo Schimpp dijo...

Una vez visité a Zoppi en su departamento de Alsina. Charlamos largo rato porque quería hacer algo para Europa y Horacio Lalia lo conectó conmigo. Recuerdo que me mostró un guión manuscrito de Oesterheld. Si, fue una persona impresionante.

rd.ricci dijo...

Que interesante,realmente los grandes no sòlo lo son en sus obras sino tambièn en sus gestos.
Justo hoy estaba leyendo Barbara en Lanciostory,y por cierto,una muy buena historieta tuya llamada Quelle strane usanze.

Saludos desde las ruinas...!